Balzac fue hombre bonachón, bienhumorado y de vida económicamente desordenada. Pese a su ingente labor literaria, tardó en ganar dinero. Su figura, muy popular en la época, se hizo famosa a los ojos del público francés tanto por las estrecheces, heroicamente disimuladas, como por el acoso constante de los acreedores.
Solía trabajar por las noches y descansar hacia la madrugada. Una vez, recién acostado, oyó ruido en la alcoba. Abrió los ojos y pudo ver a un hombre que le hurgaba en los cajones. No dijo nada. Contempló al intruso durante unos instantes y luego, para asombro de éste, se echó a reír. Por último, incorporándose en el lecho, dijo:
— Seguid, seguid, buen hombre, a ver si tenéis más suerte que yo y halláis dinero. En todo caso, si dais con él, iremos a medias.
Publicado por: Ohslho
La Paz, 07 de Mayo del 2015
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