La preocupación moralizante de Addison se mantuvo hasta los instantes finales de sus vida. Postrado ya en el lecho de muerte, hizo llamar a su yerno, lord Warwick, cuya conducta dejaba bastante que desear.
Warwick se apresuró a acudir y aguardó a la cabecera del enfermo. Pero como este, debilitadísimo ya, apenas si podía hablar, Warwick, impaciente, le preguntó:
- ¿Me llamábais, señor? Aquí estoy, para lo que gustéis mandar.
Entonces Addison, con indecible esfuerzo, le tomó una mano y articuló dificultosamente:
- Sólo quiero mostraros con cuánta paz puede morir un cristiano.
Y, sin más, expiró.
Publicado por: Ohslho
La paz, 26 de Abril del 2015
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